Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad

¿Cómo ayudar a un niño con TDAH?

Este artículo está pensado debido a que muchas veces no es nada fácil contener o acompañar a un niño con TDAH, dificultando sostener las situaciones, la relación ya sea de padres, hermanos, cuidadores, terapeutas, docentes.

Antes de comenzar, ¿Que es el TDAH?

Es un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), una condición que afecta a muchos niños y permanece toda la vida, es una combinación de problemas persistentes, tales como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo.

Mientras más tempranamente se diagnostique esta condición y se realicen las intervenciones pertinentes, la persona con TDAH podrá realizar una vida normal mientras haya sido provisto de las herramientas necesarias.

Alrededor de las personas con condición de TDAH hay mucha información, creencias y evidencia científica.

Se intentará dejar en claro los conceptos principales, sus características y estrategias que podemos utilizar para abordar, tal vez, el síntoma más evidente de esta condición que es la hiperactividad.

Hay creencias algunas acertadas y otras erróneas alrededor del TDAH, nombraremos además la evidencia científica para comprender lo que realmente genera el TDAH a nivel cerebral.

Las conductas características del TDAH que llevan al caos o a situaciones estresantes, se suelen atribuir al carácter o personalidad del niño, al modelo de crianza y esto no es así precisamente.

¿Cómo observamos estas características que describen al TDAH?

Inatención: el niño no se muestra interesado en las actividades que se le propone. Comete errores por descuido. No sigue instrucciones. No termina las tareas.

Inquietud motora/hiperactividad: juega o golpea las manos o pies. Se levanta. Corre. Habla.

Conductas impulsivas/impulsividad: responde inesperadamente o descontextualizadas. No puede esperar su turno. Interrumpe. Se irrita. Tiene explosiones impredecibles de mala manera. Cambios bruscos de estados de ánimo.

Podemos observar en la mayoría de las ocasiones, que se le atribuyen los problemas de conducta en los cuáles, el niño emite sonidos molestos en situaciones inapropiadas, exige inmediata satisfacción de sus demandas, se comporta arrogantemente, es irrespetuoso, pero que generalmente son la consecuencia directa de la falta de atención, hiperactividad y la impulsividad no manejada, no controlada, no trabajada en los ámbitos en los que se desenvuelve, como en la casa, la escuela, la sociedad en sí.

Lo mencionado lleva a que además presenten problemas de socialización y lo podemos observar en la molestia frecuente a otros compañeros, hermanos, discute y pelea por cualquier cosa, carece de respeto a las reglas en el juego, no se hace cargo y niega sus errores, culpando a su vez a los demás. Presenta dificultad para las actividades en grupo.

Podemos enumerar varias de las creencias de las que hablábamos anteriormente sobre el TDAH:

  • Que el niño no se esfuerza por mantener la atención.
  • Cree que el niño tiene privilegio e intenta hacer siempre lo contrario.
  • No le interesa la actividad o no está motivado.
  • Falta de límites y normas claras.
  • No es consecuente con lo que dice y hace.
  • No resuelve situaciones o problemas de la misma manera que los demás niños de su edad.
  • No quiere seguir instrucciones.
  • Es inflexible ante los cambios y cuesta aceptar.
  • Tiene mal carácter que siempre termina en una explosión emocional.
  • Es desordenado.
  • No planifica de manera secuenciada.

Todas estas creencias giran alrededor del TDAH, pero no son ciertas, todas tienen su fundamento y está basado en evidencia científica realizada en muchos estudios. Hay áreas a nivel cerebral que se anulan o actúan con baja efectividad producida por el TDAH, las cuales son las encargadas de la regulación de la atención, motivación, control motor, resolución de problemas.

Por mencionarlas superficialmente, la corteza prefrontal del cerebro también está afectada, lo que altera la coordinación de las funciones cognitivas superiores. La atención y las funciones ejecutivas (memoria de trabajo o memoria a corto plazo, el control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva, la planificación, la estimación temporal, el razonamiento) también se encuentran afectadas por el TDAH.

Los niños NO pueden controlar estas dificultades que se producen a nivel cerebral, por eso debemos nosotros y quienes rodean y acompañan al niño, conocer que afectaciones produce el TDAH para organizar, coordinar nuestras acciones, reacciones y decisiones.

Con lo explicado hasta ahora deja en claro que el trastorno produce que el niño tenga esas conductas y no debemos atribuirlo al intelecto del niño o su carácter.

¿Cómo podemos disminuir las conductas disruptivas sin perder la paciencia, sin gritar, castigar o sobrepasarse?

Podemos realizarlo de muchas maneras, pero tenemos que tener en claro que la hiperactividad no se controla reduciendo el movimiento, no podemos obligar al niño a quedarse quieto, esto provocará que el niño desvíe su poca o nula actividad a otro lado.

Generando además que el niño se frustre por no poder realizar lo que él estaba intentando hacer, rabia hacia el mismo y a quien lo rodee por pedirle una actividad que se torna inalcanzable, y mientras que a largo plazo genera nula o poca motivación por nuevos aprendizajes, bajo rendimiento escolar y la interacción social será deficiente.

La problemática del comienzo para el niño continúa, las ganas incontroladas de moverse, provocando que el ambiente donde se encuentre sea poco adecuado para su permanencia, dificultad en interactuar, no logrando seguir instrucciones y provocando el rechazo social.

Si disminuir el movimiento no es la solución, ¿cómo podemos propiciar la regulación de la hiperactividad?

Hay que permitir el movimiento, es la mejor estrategia que podemos aplicar.

Esta estrategia es resultado de estudios de niños con TDAH a los que si se le permitió el movimiento y dieron resultados muy positivos generando mayor rendimiento en las actividades diarias y académicas, además se evidenció que los niños activos demuestran:

  • Mayor atención.
  • Mayor velocidad de procesamiento cognitivo.
  • Mejores resultados en pruebas académicas estandarizadas.

¿Cómo permitimos el movimiento sin que llegue al descontrol?

Por el resultado de los estudios realizados, podemos implementar PAUSAS ACTIVAS,

¿Que son las pausas activas?

Son la interrupción de la actividad que se está realizando por unos minutos siendo reemplazada por una actividad física sencilla, por ejemplo respirar y estirarse por medio de determinadas consignas, trabajando con una respiración profunda/lenta y le agregamos el movimiento con los brazos, manos, piernas, cabeza, de sentado, parado.

Se puede ir aplicándola cada 15/20 min en los niños, cuando decae la atención en la actividad planteada, podemos proceder de la siguiente manera, presentando la actividad con anticipación y luego en el momento definido se ejecuta

Este tipo de estrategia está demostrado que es muy eficaz y da muchos beneficios:

  • Mejorar el nivel de atención.
  • Mejora el procesamiento cognitivo.
  • Mejora el rendimiento.

A nivel grupal, por ejemplo en el aula:

  • Mejora el ambiente de aprendizaje.
  • Mayor inclusión social.
  • Mejora en el rendimiento académico.
  • Sentimiento de logro y reconocimiento.

En conclusión, es importante sobre todo cambiar la perspectiva frente al TDAH, pensar en forma diferente con respecto a esta condición, estudiarlo, conocerlo, involucrarse, desarrollar competencias para afrontar y acompañar a las personas.

Tenemos generar una nueva perspectiva en la cual debemos crear un ambiente con actitud positiva y constructiva, lo que llevará a que podamos brindar un buen ambiente para el niño quien demostrará más voluntad, colaboración y disposición para aceptar la intervención del adulto.

Es mucho lo que se puede conversar y debatir sobre la temática del TDAH, en otro momento comentaremos sobre los efectos en el cerebro, las funciones ejecutivas, la plasticidad neuronal y otras estrategias que podemos aplicar.

Referencia bibliográfica: «Conductas Disruptivas». Romina Olmedo, Especialista en Necesidades Educativas Especiales y experta en TDAH.

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